lunes, 6 de abril de 2009

GRACIAS MI SEÑOR


Gracias, mi Señor, por el viento suave, placentero que atraviesa los espacios de mi cuerpo con mùsicas lejanas.
Gracias, mi Señor, por el verde de los campos por el aire puro de las montañas que camina perfumado entre los bosques de arrayanes y guaduales.
Gracias, mi Señor por el sol que se esconde cada tarde purpurino, opalescente, entre el mar o las montañas.
Gracias, mi señor, por el sonar constante del agua en el riachuelo, por el canto de las aves, por el trueno, por la hoja que se cae en el camino, por el silencio de la tarde, por el estruendo y el fragor del mar atormentado, por el sendero entre breñales, por la tòrtola y por el àguila, por la lluvia y por el rìo, por el fruto en sazòn, por la flor abierta en la mañana y por la que cierra su mirada en la tarde, por temor a la tiniebla.
Gracias, mi Señor, por las estrellas, tan altas y lejanas, repletas de luz y misterios.

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